De boca en boca, de mano en mano, de paso en paso. La cultura es algo dinámico que no le gusta quedarse en los museos o en las salas de conciertos. La cultura anda en mí y yo soy la cultura a la que pertenezco.
Solemos malentenderla cuando la definimos como arte o decimos que se resguarda en las exposiciones o galerías. Llamamos incultos a aquellos que no son asiduos a estos sitios y nos proclamamos las personas más cultas porque leemos a autores clásicos.
Si bien esos consumos de cultura nos diferencian de los demás, no quiere decir que seamos elevados por sobre los demás o que seamos más cultos, solo que tenemos distintos gustos.
No se escucha a Beethoven, pero si a Chalino Sánchez. No se ve a La naranja mecánica, pero si Mecánica nacional. No se pasa el tiempo en un museo de arte moderno, pero si en el tianguis. Estos, Chalino Sánchez, Mecanica nacional, el tianguis, son más cultura para nosotros porque es nuestra, nos pertenece como mexicanos. Nos refleja.
La cultura es algo que nos atraviesa y nos hace andar. Por eso es más común un tianguis, porque tiene símbolos que ya tenemos interiorizados, un lenguaje que entendemos. Ahí está, en cada paso que damos, es nuestra comida y es nuestra ropa, es aquel grito de “¡PÁSELE GÜERITA!” y es una invitación cordial.
La cultura es un actuar cotidiano y la vivimos y sobrevivimos en cada cosa que hacemos. No es algo que se observa, sino que se vive. Y lo que llaman artesanías y dialectos y folklor todo es cultura. La baja y la alta cultura son inventos de aquellos que quieren ser más que los demás y la quieren para ellos solos en ciertos lugares, pero no, la cultura se sale y anda.