La tecnología como un elemento indispensable en la vida diaria
Estamos viviendo en una era en la que todo corre a una velocidad descontrolada; desde finales del siglo XX venía anunciándose un cambio en la manera de asir el mundo. La tecnología, hasta en los últimos años de los 90, comenzaba a implantar una comunicación ágil y rápida.
La información viaja tan rápido de un lado a otro, tan así que podemos saber en tiempo real lo que está pasando al otro lado del mundo; asimismo le da voz a todas esas personas que simplemente quieren expresar algo; podemos hacernos partícipes de las más singulares formas de pensamiento; el internet nos abre una gama infinita de conocimientos. Sin embargo, no todo es tan ideal como podríamos llegar a pensar.
Preferimos darle mayor importancia a cosas insignificantes; convertimos en figuras exaltadas a personajes que realizan una acción ridícula y, luego entonces, le otorgamos sus momentos de importancia, vanagloriando así la estupidez humana y la falta de una visión crítica. Ya no buscamos información que pueda dejarnos cosas provechosas. Nos movemos bajo lo instantáneo, bajo lo fácilmente digerible.
La sociedad de hoy en día lo juzga todo a partir de la información que circula por las redes sociales; la información que se comparte cada vez es más resumida; sin embargo, ¿cuánta de esta información es, en realidad, trascendente? El flujo constante de información provoca que el hombre, al tiempo que tiene más herramientas para estructurar una opinión crítica, también va provocando que éste se vea absorbido por el mundo virtual.
Las relaciones humanas y las nuevas tecnologías de comunicación
En la medida que estas tecnologías evolucionan, las relaciones humanas, en sentido proporcional, decrecen; de todo el flujo de información que podemos encontrar en la red, más de la mitad corresponde a contenido insustancial;es como si por el hecho de estar expuestos a demasiada información nos volviéramos incompetentes para establecer vínculos de comunicación de persona a persona; en las reuniones se pueden observar, con mayor frecuencia, más celulares encendidos que pláticas face to face.
El objeto concreto de la cúspide tecnológica ha llegado a meterse a manera de intrusión al seno familiar; incluso también se ha insertado en los grupos de amigos, las relaciones de pareja, haciendo, en las más de las veces, el papel de parásito. Las relaciones humanas se desquebrajan, el uno ya no confía en el otro, se vive en un constante estado de amenaza; es como si todas las estructuras de confianza se midieran a partir de lo que se comparte en las redes sociales y éstas fueran más verdaderas y confiables; el otro-virtual parece configurarse como otro-real.
La evolución de la tecnología ha permitido que las relaciones comunicativas a larga distancia estructuren nuevos vínculos afectivos, pero ha hecho que las relaciones interpersonales cercanas se desvanezcan, mostrando así todo intento de interacción como un algo no-efectivo. De la misma manera, hace que el hombre se vuelva ocioso, no queriendo profundidad en su pensamiento, bastándose con el mero contento de la inutilidad. Con el paso que vamos, pronto este siglo XXI se convertirá en la Era del Vacio.
Si te interesa, te recomiendo leer este artículo donde se habla de OVNIS; una interesante e inquietante entrevista.
https://www.tolucacultural.com/visitantes-de-otros-mundos/