Esta vez regresaremos a inicios de los años 20, donde la ciudad de Toluca no era más que el primer cuadro del centro de la ciudad y la estación de trenes. Nunca fue planeada para atraer turistas. Sino para ser un respaldo de la constitución de la Ciudad de México. Pero es en la década de los 20 cuando Don Alfonso Pastor Almazán llega a la ciudad de Toluca. Proveniente de Valle de Bravo con una idea que perduraría por décadas. Don Alfonso se dedicaba a la producción de licores, de sabores variados, de entre los que destacó un licor de naranja. El «Mosco».
Esta bebida pronto se hizo popular entre los toluqueños, que buscaban una bebida que los identificara en el resto del país, como el tequila lo es a Jalisco. De un color naranja, la bebida fue bautizada como “mosco”.
Y desde que la familia de Don Alfonso se estableció en los Portales, en el corazón de la ciudad, ha formado parte de la tradición de una bebida que se ha extendido a nivel mundial y que se le ha dado un giro de 360° a su consumo, utilizándose en coctelería, repostería y cocina gourmet.
Un Mosco, con la graduación ALM
A diferencia de otras bebidas, el mosco viene en diferentes presentaciones, llamados ALMA. Donde cada letra representa una graduación alcohólica diferente. La A es para las damas, con 19 grados de alcohol; AL para los jóvenes, con 31 grados. ALM para los señores con 43 grados y ALMA, para las suegras con 45 grados.
Este licor toluqueño se prepara 100% artesanal. Donde las botellas son exóticas y únicas. Brindándole una imagen que pocas bebidas tienen. Y se siguen vendiendo en los Portales de la Ciudad de Toluca, desde 1933. Donde podemos repetir la misma frase que se encuentra en la entrada del local, y que – de forma personal – le diría a todas las personas que vienen a visitarnos:
“Llegar a Toluca y no probar los Moscos es como ir a Acapulco y no meterse al mar”